PERSONAJES

Compañía Teatro Clásico de Sevilla (8 Premios Lorca 2018)

Francisco Ruiz Ramón ha señalado que los personajes de Valle son simultáneamente caracteres arquetípicos y figuras contemporáneas. John Lyon indica, por su parte, que el escritor prescinde, para el retrato de sus personajes, del análisis psicológico. Los caracteres no están individualizados y apenas se distinguen de la clase a la que pertenecen. Como consecuencia, son incapaces de evolución y carecen de individualidad. No encontramos pues en Luces caracteres individuales, sino una versión castiza de tipos tradicionales. Por ejemplo, el "soldado" del teatro cómico reaparece la escena IV como un funcionario medio, un capitán de « équites municipales », alzado sobre los estribos de su cabalgadura, o en la escena XI, tras la mujer « despechugada y ronca » que insulta a las patrullas con su hijo en brazos, muerto por una bala perdida, se encuentra la figura artística de la Piedad.

En el mundo dramático de Valle dominan las pasiones irracionales, amorosas o destructoras, que abarcan todo el abanico de las faltas morales sin ser jamás reconocidas como culpa. Es ridículo y grotesco, y no conoce ni orden, ni solución. Un trasfondo de hambre, ignorancia y violencia, que protesta y se enfrenta a las fuerzas de orden constituye el primer plano de la trama.

En Luces de bohemia aparecen más de cincuenta personajes. Por la importancia del Madrid bohemio y la gran cantidad de personajes, tiende al protagonismo colectivo, lo que supone una extraordinaria innovación en el teatro y un motivo más de los que impidieron la representación en su época, pues un amplio número de actores supone siempre una enorme carga económica. Luces, aparte de ser una tragedia antiheroica, parece propugnar la desaparición del héroe trágico, subsumido por la masa humana que lo rodea. De estos personajes dijo Valle:"Son enanos o patizambos que juegan una tragedia." Para la mayoría de ellos la expresión es justa, pero otros escapan a su condición de peleles.

Sorprende también que tengan papel en la obra animales, como el can, el gato o el loro que dice ¡Viva España!, en la escena II. Refuerza la tesis de que la obra no iba a ser representable.

LOS PERSONAJES PRINCIPALES

Alejandro Sawa 

Max Estrella (Máximo por su esplendor, Estrella, porque brilla durante la noche, como los bohemios) es un personaje complejo. Ciego (como regalo de Venus por la sífilis), poeta de odas y madrigales, lunático, conocido con el seudónimo de Mala Estrella, en el mundo madrileño, encarna al último bohemio. 

Los críticos lo han identificado con Alejandro Sawa, un escritor y periodista andaluz, conocido de Valle, que vivió en París y murió en Madrid, ciego y loco.

Valle lo presenta como un héroe clásico, con su cabeza rizada y su barba, de "un gran carácter clásico arcaico" que "recuerda los Hermes".

Pero también conocemos que ha desperdiciado su talento e inteligencia por vivir como un bohemio a una edad en que sus compañeros de generación ya habían abandonado esa vida nocturna. En la obra se encuentra en una situación límite, pues la ceguera le impide escribir, lo que le lleva a perder la última colaboración en el periódico del Buey Apis, a empeñar lo último que tiene y a plantearse incluso el suicidio.

Es consciente de su superioridad intelectual y lo muestra irónicamente cuando alude a otros escritores reconocidos de la época ("los cabrones del cotarro académico"). Es también contradictorio, lo que le caracteriza como antihéroe. Resulta llamativo que un hombre de su sensibilidad se olvide  de las dos mujeres y que se gaste todo el dinero que le ha dado el Ministro. También desafía a la autoridad de forma pueril, carece de compromiso político,se irrita ante el olvido al que le tiene condenado la RAE, aunque la desprecia...

En él se mezclan la dignidad y la indignidad, el resentimiento de sentirse fracasado, la mordacidad de sus réplicas con la furia contra la sociedad y el sentimiento de fraternidad ante los oprimidos.

Don Latino es su contrafigura, su lazarillo, su "perro", que se aprovecha del amigo en todo momento, sobre todo al final de la obra cuando se queda con su cartera y cobra el billete de lotería premiado, tras la muerte de Max. Bajo su seudónimo se esconde una identidad que la crítica no ha señalado.

Es una personaje cínico, maestro de la ironía con un lenguaje plagado de coloquialismos y modismos madrileños. 

Los críticos han señalado que ambos representan respectivamente la grandeza y la miseria de la bohemia.

Madama Collet y Claudinita. La esposa y la hija de Max son dos mujeres convencionales, llenas de ternura. El protagonista las sabe indefensas ("Mañana me muero y mi mujer y mi hija se quedan haciendo cruces en la boca") y acepta en nombre de ellas el sueldo que le ofrece el Ministro. La mujer ha sido identificada con Juana Poirier, la mujer de Sawaa, a la que apodaban Santa Juana, por su carácter bondadoso.

Los demás fantoches de este esperpento se pueden agrupar así (si se dejan a un lado los simplemente aludidos, que son muchísimos-políticos, personajes históricos, académicos, escritores, artistas, toreros,…- y se enumeran los que tiene papel): los dirigentes (el ministro de Gobernación y su secretario, Dieguito; don Filiberto, redactor jefe de El Popular; el capitán de los équites municipales, Pitito; el inspector de policía, Serafín el Bonito); los escritores bohemios (Max, don Latino, don Gay Peregrino, Dorio de Gadex y los epígonos modernistas- Rafael de los Vélez, Gálvez, Pérez, Lucio Vérez, Mínguez, Clarinito-, Rubén Darío, el marqués de Bradomín…; la familia de Max (Madama Collet y Claudinita); los pequeños funcionarios ( el Sereno, los Guardias, el Carcelero, el Conserje, el Ujier, los Sepultureros…); los pequeños empresarios (Zaratustra, Venancio el Pica Lagartos, el Empeñista, el Tabernero…); el pueblo bajo ( la chica de la portera, el preso catalán, Enriqueta la Pisa Bien y su novio Manolo, el Rey de Portugal; la Vieja Pintada y la Lunares; la periodista Pacona, el Pollo del Pay Pay, las porteras, la Seña Flora, la Madre del Niño Muerto…). 

Hay que recordar que para algunos nombres, personajes, diálogos y situaciones Valle se inspira en el teatro paródico de la época, en la tragedia grotesca de Arniches y en el género chico, elevándolo a alturas estéticas inigualables.

También algunos personajes provienen de seres reales: Max y don Latino, del escritor Alejandro Sawa; Mme. Collet (lengua con galicismos) y Claudinita, de su familia; el librero Zaratustra, basado en el editor Gregorio Pueyo; Basilio Soulinake, del emigrado ruso Ernesto Bark; Dorio y todos los modernistas conservan su nombre verdadero; don Gay se inspira en Ciro Bayo, célebre viajero; Rubén Darío y el Marqués de Bradomín ( la encarnación de Valle en las cuatro novelas modernistas, las Sonatas. El preso catalán, que dice llamarse Mateo, recuerda a Mateo Morral, anarquista que en 1906 había tirado una bomba al paso del cortejo nupcial de Alfonso XIII. El Ministro está basado en el periodista y político Julio Burell, amigo de Valle, al que a menudo ayudó.

Según Zamora Vicente, el Buey Apis, el director de periódico que decide suprimir las colaboraciones de Max, recibe ese nombre de un personaje de Pequeñeces- es el mote de un ministro- una novela del padre Coloma, por lo que no descarta que en la época fuese identificado por sus contemporáneos.

Los personajes animales. Pero hay más, pues Luces… es un esperpento y, en consecuencia, los caracteres en su mayor parte están esperpentizados (no lo está Max, siempre equiparado a una escultura griega, ni el preso catalán ni la Madre del niño). La esperpentización se produce mediante diferentes métodos:
  • la animalización (don Latino es un perro y sirve de lazarillo a Max, pero es vil y cobarde; Rubén es un cerdo triste. 
  • la cosificación (muchos personajes aparecen convertidos en las ropas que visten): obreros- blusa, bufanda y alpargatas-, pipas, chalinas y melenas del modernismo.
  • la muñequización: la abundancia de fantoches y peleles, junto con la gesticulación apropiada, procedente de la influencia del cine mudo. Algunos andan entre la muñequización, la cosificación y la animalización (Dorio, feo burlesco y chepudo, abre los brazos, que son como alones sin pluma en el claro lunero). 
  • También hay personajes animales: ratón, gato, loro. 

  • Lo esperpéntico también procede de la lengua utilizada por cada uno, pues, frente a la solemnidad de la antigua tragedia clásica y la elegancia y la selección del lenguaje de la tragedia en general, en Luces se carga de madrileñismos suburbiales, gitanismos, apócopes, aumentativos. Se combina o bajo con lo elevado (Yo también chanelo el sermo vulgaris), o de pronto, se deja de hablar en cínico y en golfo, para hablar en libro, es decir, una forma tan culta que sorprende, o bien se usan frases de autores de obras anteriores (Mal Polonio recibe a un extranjero, de Calderón…) llevando la intertextualidad al esperpento. Hay que destacar la especial belleza y lo insólito de las acotaciones de la obra, en cuya representación no confió Valle, por lo que las colmó de valores estilísticos en los que se mezclan la selección, la adjetivación y la musicalidad modernistas con la sensorialidad impresionista y el desgarro, caricatura del esperpento
 Miguel Olmos analiza los personajes corales en la obra. A pesar del protagonismo de Max Estrella, hay momentos de Luces en que los personajes se aúnan en grupo –más raramente en masa– y actúan, o contemplan: por ejemplo, la escena III, situada en una taberna,  o el coro de los « epígonos del Parnaso modernista », que es descrito como un solo personaje,  « el cotarro modernista », al que se añaden notas degradantes, que lo reducen despectivamente a los signos más visibles de su indumentaria : « greñas, pipas, gabanes repelados y alguna capa » y los « Nuevos gozos del Enano de la venta », que los jóvenes vocean de madrugada por las calles de Madrid. Se ha querido ver una alusión satírica a uno de los militares de la época, relacionada con la guerra de Marruecos, militar al que se atribuiría ser idiota, o tener la cabeza hueca. Pero resulta evidente que la canción es, antes que cualquier otra cosa, un disparate, una sucesión de palabras cuajada de aliteraciones, paronimias, falsos sinónimos, ecos, y gobernada por el principio de repetición, en sus diversas variantes. 

Un segundo fragmento coral de Luces, de estructura muy diferente y textura mucho más profunda. Se trata de la escena XI: el lamento de una mujer que llora a su hijo muerto por una bala perdida. Como en otras ocasiones, Valle confiere un valor significativo a la disposición de los personajes en escena: podemos suponer que la madre aparece en su centro, sosteniendo al niño, aislada en su dolor pero rodeada de una breve galería de personajes, de distinta extracción social, que comentan lo sucedido. se construye mediante el contrapunto de las réplicas de la madre y los comentarios de los circunstantes. Significativamente, los dos protagonistas, espectadores de los espectadores, guardan silencio hasta el final. Se produce una especie de debate, entre poseedores y desposeídos.


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