ESTILO





Hay que recordar los rasgos del esperpento. En Luces hace Valle una crítica total e implacable de la sociedad de su tiempo. De todas las características que usa para la creación del esperpento la que más llama la atención es el uso de la lengua. Atrás ha quedado en Modernismo, al que todavía recuerdan aquí muchas acotaciones en su vertiente impresionista, con sus transmisiones sensoriales de todo tipo, el gusto por el claroscuro y la difuminación, su cuidadísimo estilo musical. También abundan en los diálogos otros recursos:

- Citas y alusiones literarias (veloz como la corza herida, hacer las bellaquerías...)

-Alusiones mitológicas: la Estigia, Artemisa y Mausolo

- Lenguaje enfático. abundancia de expresiones exclamativas, galicismos (el Journal, Jefe de obra), utilización de citas latinas y griegas (Salutem plurimam, Alea jacta est, )

-selección de expresiones de un modernismo pedante: la Dama de luto, la Babilonia londinense, el divino William.

- Utilización constante de hipérboles(inquisitorialmente torturado)

- Jerga teosófica: Karma, camarrupa, magismo, cabalatrina.

- Abundancia de perífrasis
: Vil corredor de aventuras insulsas.

-Léxico cultista: Barcelona es cara a mi corazón

Pero en los diálogos esa lengua exquisita y sonora (a veces, vacía y hueca, propia del Modernismo) convive con otra (expresionista) propia del arrabal madrileño, influenciada por la zarzuela, el género chico, la tragedia grotesca de Arniches y la astracanada de Muñoz Seca, muy de moda en la época.
  • madrileñismos (vivales, rubiales, guasíbilis, guindilla, golfantes, naturaca, miau…)
  • gitanismos (mangue, gachó, pirante, mulé…) 
  • lo achulado, las palabras apocopadas ( La Delega, La corres) 
  • habla criptica de la taberna y la delincuencia (colgar la capa, dar el pan de higos…)
  • vulgarismos (entoavía, apegao, cuála, , sus,..) 
  • imágenes hirientes y sorpresivas, animalizantes(Rubén como un cerdo triste) 
  • el mal gusto, la obscenidad, las metáforas del dolor (llamar capitalista o banquero al que no tiene nada; palacio a la buhardilla de Max) 
  • gusto por la animalización, la cosificación, la animalización prosopopéyica y no de objetos, habían prendido entre los españoles de la época y desde Alfonso XIII ( muy criticado por ello) hasta el pueblo, pasando por intelectuales como el propio Valle “Hablar en cínico y en golfo”, era, según Baroja algo frecuente y nada escandalizador.
Esta es la lengua de los personajes del esperpento, lengua canalla, de los chistes, de la deformación idiomática. Hay un afán por romper con los moldes tradicionales y por ello se llega a lo grotesco. El esperpento de Valle se llena de fantoches, peleles, de trogloditas, pero también de gesticulaciones, de muecas que `permiten comparar a los personajes con títeres y marionetas. A esto se une la gran cantidad de exclamaciones e interrogaciones que avivan el ritmo y agudizan los efectos de la acerada crítica que hiere a la sociedad entera.

Por otra parte, están en cruel antítesis las expresiones contrarias, el hablar en libro o de un modo altisonante, el intertextualizar-literatura dentro de la literatura, mise en abyme- con otras obras conocidas ( Mal Polonio recibe a un extranjero, de Calderón; Que haya un cadáver más solo importa a la funeraria, versión modificada de un verso del Canto a Teresa de Espronceda; Padre y maestro mágico, salud (del responso de Rubén Darío a Verlaine; Juventud, divino tesoro ( Rubén Darío); Señores guardias, yo también chanelo el sermo vulgaris, mezcla de elementos cultos y vulgares.

Pero a las citas literarias el esperpento les arrebata su dignidad, porque las convierte en parodia, las llena de desproporción y caricatura. La lengua de los personajes no se atiene al decoro y, excepto en ciertos personajes y situaciones que no están esperpentizadas. Lo que reina es la exageración expresiva, el agudo genio rupturista, el horror de un pueblo desnortado puesto en palabras que se unen unas a otras para provocar, tras la catástrofe de la muerte de Max, la catarsis de los aterrados espectadores que ven su mundo y sus vidas reflejadas en el chafarrinón de los espejos de la Calle del Gato.

El esperpento, que es una visión deformada de la vida miserable de España, aprovecha también el cine mudo como base de la actuación de los actores, cuyos gestos y movimientos, acercamientos y alejamientos o posición en el escenario resultan tan exagerados como los de las películas de Chaplin, y así los vemos alzar los brazos, andar a zancadas o marcar muecas sobrepasándose en la actuación, pues así lo exige el género esperpéntico, crítico, moralizador, trágico.

Llamadas también didascalias, son las notas que en los textos dramáticos se refieren a los aspectos no verbales que deben tenerse en cuenta para la representación de la obra. Describen el movimientos, gestos, actitudes o tono de los actores: caracterización externa (aspecto físico, indumentaria); elementos del decorado, y la iluminación y sonido. Su función es la de facilitar la representación, por lo que se subordinan a la acción dramático y su lenguaje es denotativo, sin intención literaria.

Llama la atención en las acotaciones del Valle maduro su extensión, si se compara con los usos del teatro de su tiempo: Benavente, Marquina, aunque ya prosperaba una tendencia a la acotación larga: Bemard Shaw, Górnez de la Serna.

Destaca también su cantidad, ya que hay noventa y cinco en las quince escenas de la obra: máximo la escena 13 con diez, mínimo la 5ª, con dos; pero esto no sería relevante si no fueran tan extensas.

En tercer lugar, lo que Salinas llamaba su "literarización". Las didascalias tradicionales solían ser telegráficas (verbo, gerundio), mínimas (las consideradas imprescindibles, aunque para Peter Brook serían siempre prescindibles y probablemente inútiles) y utilitarias (indicaciones precisas para el director, el escenógrafo, el actor o el simple lector). En Luces se manifiesta, en cambio, una voluntad de estilo y una complejidad impensables pocos años antes.

 Conscientes de tal singularidad, algunos directores de escena quisieron mantener, incluir en la representación para el público el hermoso texto de las acotaciones; por ejemplo, introduciendo una voz en "off".

En el caso de Luces de bohemia, además de las funciones convencionales, tienen por voluntad de su autor, un extraordinario valor literario, y se refieren a cuestiones extradramáticas. Esto se debe a varias causas. En primer lugar, sirven para facilitar la lectura de la obra. En este sentido Valle adopta la actitud del narrador del relato y dota a sus acotaciones de una belleza y subjetividad que no tienen las del teatro convencional. Siguen teniendo las funciones convencionales, pero su belleza estética las hace un elemento imprescindible del texto. Sirven para evocar además de describir, por lo que no han faltado adaptaciones que las incorporan de alguna manera a la representación. exceden con mucho la función referencial y el carácter utilitario; son, en ese sentido, acotaciones excesivas; no porque estén de más, que no es el caso, sino porque nos informan más allá de lo preciso para la representación y porque su revestimiento verbal no se limita a conformar el texto espectacular.

Tienen especial importancia los contrastes entre luces y sombras, por suceder en buena parte durante la noche (además de aludir al contraste entre la luces y las sombras de la bohemia. Ya en el título se menciona la luz, que anuncia un espectáculo de luces y sombras, como corresponde a una tragicomedia que se desarrolla de un atardecer a otro, con su núcleo en la noche y madrugada, casi sin luz natural, con escenarios nocturnos, espacios cerrados y mal iluminados. La fidelidad al texto requiere una puesta en escena de tipo expresionista; las acotaciones referidas a la iluminación son muy precisas: "hora crepuscular", "cueva de Zaratustra", "luz de acetileno", "parpadeo azul"... 

En la obra están presentes al menos tres mundos estéticos: el del sainete (Amiches, género chico); el del cine mudo (ver Zamora Vicente), en blanco y negro; y el del teatro de marionetas (muñequización de los personajes, posición del autor "desde el aire"). 

Fernández Roca  señala la presencia de varios grupos:

 1) Acotaciones narrativas: parecen tener la función propia de una narración o descripción, propias del relato, incluso en su enunciación gramatical. Se aprecian en la presentación de personajes: "un hombre ciego y una mujer pelirrubia, triste y fatigada" son el protagonista y su esposa antes de que sepamos que se llaman MAX y MADAMA COLLET. La oscilación de nombres (MAX ESTRELLA/MALA ESTRELLA; ENRIQUETA LA PISA BIEN/LA MARQUESA DEL TANGO) es más propia de la voz de un narrador que de una acotación. Puede ser omnisciente (nos informa del pasado de los personajes): "Es el extraño DON PEREGRINO GAY, que ha escrito la crónica de su vida andariega en un rancio y animado castellano". O se permite información introspectiva del tipo de "el poeta (RUBÉN) siente la amargura de la vida" (103). O anuncia una intención: "se orientan a la taberna de Pica Lagartos". Es muy subjetivo, calificando a las personas, animales y cosas: "vieja sórdida", "perro golfo". Utiliza verbos en  presente de indicativo: "Divagan ajenos al tropel de polizontes", que se alterna con el imperfecto narrativo, "Eran intelectuales sin dos pesetas" .
 las acotaciones ahorren u obvien diálogos, cuando lo esperable es que los acompañen y apostillen: la A veces ahorran diálogos y la voz de los personajes queda diluida o se pierde en un coro ruidoso, por ejemplo, en los murmullos, chistes y voces solapadas de los modernistas. Recuerdan los resúmenes propios de la narrativa.

2) Acotaciones cinematográficas.  Parecen presuponer la presencia de una cámara en movimiento, que odrece distintos planos y encuadres. Abundan, por ejemplo, referencias a detalles que difícilmente el público podría ver, aun en una sala pequeña y desde las primeras filas de butacas: un ratón que asoma su hocico intrigante (lo que implica la dificultad de llevar tales detalles a escena), el "ojo legañoso" del perro, el "brillo de un clavo" en el ataúd...El momento más cinematográfico, aparte la secuencia en el Café Colón, quizá sea el entierro de Max : "blanco", "negro", "marfileño", "de nieve" sugieren plásticamente fotogramas de los años 20. "Callan y caminan en silencio. [ ... ] Las sombras negras de LOS SEPULTUREROS[ ... ] se acercan por la calle de tumbas".
En la escena 13 (velatorio), la referencia a objetos que están en el corredor (gato, botijo, baldosines), y que el espectador, no es incongruente si pensamos en una cámara que sigue a Don Latino, a Dorio y al perrillo, algo que si podría hacer una cámara.

3) Acotaciones sensoriales y sinestésicas. Las referencias a lo visual se traducen en mímica, decorado, atrezzo, luminotecnia, etc. Los diálogos, en la voz de actores y actrices, mantienen la letra del discurso escrito. Por vía auditiva, caballos de la policía trotando en la calle o bofetadas a los detenidos en comisaría configuran espacios fuera del escenográfico; hasta aquí, todo normal y traducible a teatro o a cine. 
          A) Acotaciones estrictamente visuales: "penumbra rayada de sol poniente".
       B) Acotaciones sensoriales: se incluyen aquí las referidas a los demás sentidos; las auditivas pueden incorporarse a una banda sonora: "llega un tableteo de fusilada"
         C) Acotaciones sinestésicas: son intraducibles a otros códigos ("el grillo del teléfono se orina en el gran regazo burocrático").

4) Acotaciones metonímicas. Casi exclusivas de la presentación de personajes, consisten en que no se retrata la persona entera (descripción realista), sino que dos o tres rasgos, miembros, prendas o instrumentos significan o evocan el conjunto del cuerpo, que se nos ofrece como desarticulado (presentación expresionista). Anulan el aspecto corporal y facial y lo sustituyen por objetos: "pipas, chalinas y melenas del modernismo"; "greñas, pipas, gabanes".

Además de lo ya dicho, entre los recursos estilísticos señalaremos los siguientes:

1. La marcada voluntad de estilo: rimas internas (implorante y suspirante; periodista y florista), dodecasílabos dactílicos (dejando en el salto torcida una vela)

2. Selección léxica en la adjetivación: mediante sinestesias (dolor taciturno, viento adusto); bimembraciones (humorista y lunático; abichado y giboso)

3. Complejidad de imágenes (y en el ritmo de las frases, desfila, con su pata coja, papá Verlaine)

4. Frecuente personalización (El farol, el chuzo, la caperuza del sereno, bajan con un trote de madreñas).

5. Enumeración de frases nominales, separadas por una puntuación libre (La Taberna de Pica Lagartos:Luz de acetileno:Mostrador de zinc: Zaguán oscuro con mesas y banquillos).

En Luces todo es chirriante y desproporcionado y así han de mostrarlo los actores con sus gestos y movimientos, con la entonación de sus diálogos, a veces remansados, pero casi siempre rapidísimos, de ritmo frenético, exaltados, sin contención.

Puedes consultar el glosario de la obra aq.

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