ESTRUCTURA DE LA ACCIÓN



El aborrecimiento que Valle sintió por el teatro realista (Max [a Dorio de Gadex]: “¡No me aburras con Ibsen!, escena IV) lo llevó al Expresionismo y lo convirtió en un dramaturgo por entonces insólito a causa de sus audaces innovaciones, por lo que su teatro pareció irrepresentable.

  Luces de Bohemia, que, como se dice al comienzo, se desarrolla en un “Madrid absurdo, brillante y hambriento”, es una obra itinerante en la que se alterna espacios exteriores e interiores, que cambian en cada escena. I: interior de la casa de Max, en la calle Bastardillos, invitación al suicidio; II: interior de la cueva del librero Zaratustra (en una acotación se alude al paso por la calle del obrero catalán detenido); III: interior de la taberna de Pica Lagartos; IV: detención de Max en la calle de la Buñolería Modernista; V: interior del Ministerio de Gobernación; VI: el calabozo, encuentro con el obrero catalán; VII: interior, la redacción del periódico El Popular; VIII: interior, secretaría del Ministro; IX: interior, el Café Colón; X: exterior, prostitutas callejeras junto a las tapias del Jardín Botánico; XI: exterior: una calle del Madrid de los Austrias: madre con el niño muerto, tableteo de fusilamiento del obrero catalán, nueva invitación al suicidio (Max [a don Latino]:”Llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte con un vuelo”.); XII: exterior, calle Bastardillos- circularidad espacial en el periplo nocturno de Max y su otro yo vil, don Latino-, donde vive Max, empieza a amanecer (“el reloj de la iglesia da cinco campanadas”), definición de esperpento y muerte del protagonista; XIII: interior de la casa de Max, velatorio; XIV: exterior, el cementerio; XV: interior, la taberna de Pica Lagartos. 

La noche madrileña, con el descenso a los infiernos de Max está representando esperpénticamente la bohemia, formada por escritores y artistas que despreciaban todo lo burgués, que vivían como “intelectuales sin dos pesetas”, conservaban su orgullo de personas cultas y morían de hambre, de rabia y de frío. No hay invención en esto último: solo caricaturización. 

Valle es expresionista y antirrealista y no compone su teatro según los principios tripartitos de la acción clásica. No recurre tampoco al uso de los términos clásicos y denomina a cada parte de la obra escena  (que en el teatro tradicional tenía otro significado). Hay un Preludio en casa de Max (I), un cuerpo central (II-VI y VII-XI) constituido por la peregrinación de Max y don Latino a través de los infiernos de la bohemia nocturna madrileña ( influencia de La Divina Comedia, de Dante), un final de peregrinación, con la muerte de Max (XII) -escena climática con la definición del esperpento como explicación de todo lo grotesco e irremediable que ya se ha visto)- y un epílogo (XIII, XIV y XV).

En el cuerpo central están las tres escenas añadidas en la edición de 1924. En ellas aparece siempre Mateo, el “hombre maniatado”: en la escena II,  en la VI está en la cárcel adonde también llevan a Max y donde ambos dialogan; en la XI, se le vislumbra en una acotación que da cuenta del ruido del fusilamiento. Al anarquista fusilado por no haber querido ir a la guerra se le aplica la ley de fugas, que él mismo había pronosticado en la escena VI (“Conozco la suerte que me espera. Cuatro tiros por intento de fuga”). [De ahí que Valle no incluyera estas escenas en la publicación del semanario y las reservase para el libro]. 

La parte central de esta tragedia tiene sus clímax en las escenas VI y XI, la cárcel y la reacción de Max ante la muerte del niño y el fusilamiento del preso. Sería conveniente señalar que, a pesar de la muerte de Max, la obra queda abierta, pues ni el Madrid canalla, ni el bohemio, ni el barriobajero, que tienen tanto protagonismo como el propio Max, han desaparecido con él, y la serie de despropósitos y muecas sociales, culturales y de todo tipo, que Valle denuncia, continúan. Una buena prueba es la escena XV, el epílogo en la taberna de Pica Lagartos.





Aunque la estructura externa produzca una impresión de dispersión por el cambio constante en el espacio escénico, hay algunos elementos que contribuyen a enlazarlas. En primer lugar señalaremos el billete de lotería, que la Pisa Bien recupera en la escena III, que lleva a Max a empeñar su capa para poder recuperarlo. Tras el billete recorrerán los antros de la noche madrileña en su busca. Al final, en la escena XV saldrá premiado, pero será don Latino quien se beneficie.

Otro elemento unificador es la invitación al suicidio que Max hace a su mujer en la escena I ("Con cuatro perras de carbón podríamos hacer el viaje eterno") y que tiene su correspondencia en la XV, cuando don Latino lee en el periódico: "El tufo de un brasero. Dos señoras asfixiadas". 

Es cuando menos sorprendente que el protagonista se muera mucho antes del final de la obra y que sea tan largo el epílogo, porque lo frecuente es que el autor trate de mantener la tensión dramática hasta el final.



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